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Reflexiones

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EL CONTACTO


Pensador

El Contacto es un concepto clave en la Terapia Gestalt. Los humanos somos capaces de vivir en el mundo de la realidad y también con la misma certeza en el mundo de las ideas. Esto que es una cualidad que nos ha permitido imaginar, elaborar hipótesis y avanzar, también puede volverse en nuestra contra.

¿Cuándo algo es real? Cuando puedo sentirlo en mi cuerpo, en mis sensaciones corporales y en mis emociones. (Toda emoción o sentimiento tiene repercusión en el cuerpo).
Entonces yo puedo creer que me relaciono. Que tengo contacto conmigo y con el mundo y no ser cierto. Puedo ser que en realidad me encuentre únicamente en el mundo de las ideas en el mundo de la pura ilusión.
En ese mundo no hay energía, no hay vida porque no hay nada “real” en el sentido expresado más arriba, porque no hay CONTACTO.

En nuestra cultura occidental, el cartesianismo nos ha hecho mucho daño al separar la mente del cuerpo. Nos ha disociado. Y además ha ensalzado a la mente denigrando al cuerpo. Creo que uno de nuestros grandes retos es volver a lo que es natural: somos seres corporales, sexuados, capaces de sentir, pensar, emocionarnos, relacionarnos y crear.

Si tomamos conciencia de los enormes cambios sociales en los que estamos inmersos, de la “modernidad líquida”, en palabras del sociólogo Zygmunt Bauman, entonces necesitamos, urgentemente, claves de referencia que nos sostengan y una de ellas es esta de la atención al “Contacto” con nosotros mismos y con el otro.


LA PAREJA


MI PAREJA HABLA DE MÍ:

La pareja es la persona más cercana en la vida. La persona con la que experimentamos el cielo y el infierno. También la persona que nos ayuda a conocernos mucho mejor puesto que en la pareja se actualiza todo lo que somos, todo lo que nos ha moldeado: nuestra familia de origen, nuestras relaciones anteriores, nuestras experiencias vitales, nuestros rasgos de carácter, nuestras luces y nuestras sombras.
En la relación de pareja está “el todo” de cada integrante de la pareja: su vertiente personal y su vertiente social. Y en la interrelación suceden muchísimas cosas. Y, a veces, son demasiadas, la pareja no puede con ellas y se rompe. O puede que se sostenga, aunque el modo varía enormemente desde lo más toxico a lo más sano.
Una pareja sostenida de modo sano es una de las vías más eficaces para el autoconocimiento, pero no sucede por casualidad. Requiere de interés, esfuerzo, honestidad constancia y tolerancia a la frustración, por empezar a describir.

Pareja Reyes Quintana

LA PAREJA EN NUESTRA CULTURA. TENER PAREJA ES UNA ELECCIÓN.

Tenemos la creencia, fomentada por la exaltación del amor romántico y nuevo, de que la pareja se sostiene sola. No hay que cuidarla. Y si no hay energía suficiente es que “se acabó la chispa” y hay que cambiar de pareja.
Como en educación y otros ámbitos, parece que oscilamos de uno a otro extremo. Pasamos del “aguantar pase lo que pase” a “en cuanto el problema supera al placer, adiós”.
Quizá el encuadre más amplio, aumentar el campo de visión, nos pueda ser de utilidad.
Tener pareja es una elección. Antes, las mujeres se veían obligadas a ello ya que era una de las escasas salidas para su supervivencia, cuando el acceso a la formación y a la autonomía económica estaba restringido. Recordemos, como ejemplo, que a principios del siglo pasado se logró que fuera legal su acceso a los estudios universitarios. Mujeres independientes económicamente apenas existían. Aún, si miramos alrededor, en las generaciones anteriores, veremos, tías y demás parientes femeninas que, al no haberse casado, dependen de la buena voluntad de su familia para su sostenimiento.

Los hombres, también se veían empujados hacia el matrimonio. La presión social funcionaba igualmente para ellos ya que un hombre soltero se consideraba “raro”, dada la negación de la homosexualidad, y el estar casado confería valor en el estatus social.

Afortunadamente, hoy tener pareja es una elección. Además, el modo de plantearse y ejercer ese ser pareja es mucho más libre. Hay una multitud de variantes que satisfacen el propio estilo y convicciones de la pareja.
Y, si es una elección, si me puedo dar la libertad de vivir sin comprometerme con un otro, lo que no cabe es no asumir las consecuencias de mi elección. Preciso, ser libre significa que elijo lo que me parece mejor y más adecuado para mí. Y una vez elegido, asumo lo que conlleva. Ser libre no significa no comprometerme y funcionar según mis impulsos, eso simplemente es no ser consecuente con mi decisión, es jugar con el concepto de libertad para evitar los compromisos. Actitud comprensible en la infancia y que corresponde madurar en la adolescencia. Soy libre para constituirme en pareja o para no hacerlo. Y, una vez tomada la decisión, asumo las consecuencias que lleva aparejadas.

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QUÉ SOSTIENE LA PAREJA.

El único momento en que la pareja se sostiene sola es en los inicios. El enamoramiento proporciona una enorme dosis de energía. Una sobredosis de hormonas que, literalmente, nos engancha al ser amado y nos hace adictos a él.
Lo que ocurre es que esto no dura para siempre. Más pronto o más tarde, se acaba. Según diferentes autores, dura entre unos meses o cuatro años: el tiempo biológico para que una cría salga adelante.

QUÉ HACER CUANDO TERMINA EL ENAMORAMIENTO.

Cuando se acaba el amor romántico, tenemos diversas opciones. Iniciar de nuevo el ciclo con otra persona. Volver a nuestra individualidad y quedarnos solos. O continuar con nuestra pareja porque, pasado el tiempo del estado alterado de conciencia del enamoramiento, consideramos que la relación nos merece la pena.

LA PAREJA EXIGE CUIDADOS.

Si optamos por la tercera opción, hemos de ser conscientes de que “¡La relación exige cuidados!” Como cualquier relación, como cualquier arte, como cualquier trabajo, hay que poner tiempo, energía y esfuerzo para que fluya satisfactoriamente. No se sostiene sola. Si no la atendemos muere de un modo más o menos abrupto o hiberna.
Es curioso lo claro que tenemos que, si queremos progresar en nuestra profesión, es indispensable atenderla y perfeccionarla diariamente. Lo mismo que en cualquier otro interés que tengamos: baile, contabilidad o fotografía. Pero esto no lo hemos interiorizado respecto a la pareja.

pareja

LA PAREJA COMO OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO PERSONAL.

En la relación de pareja actualizamos todo lo que somos. Lo que convierte la relación en un complejísimo intercambio. En la relación aparece nuestra parte inconsciente que podemos hacer consciente en el diario contacto con la otra persona y, en consecuencia, saber más de nosotros mismos, de nosotras mismas. Podemos convertir nuestra relación de pareja en una oportunidad de crecimiento y en un reto personal íntimamente entrelazado con el crecimiento y el reto personal de la otra parte.
O sea que es bien difícil estar honestamente implicados en una relación de pareja. Pero si nos mantenemos en la relación. Si pactamos con la otra persona sinceridad y cuidado, nos damos una magnífica oportunidad de profundizar en el autoconocimiento y en una satisfacción profunda derivada de un vínculo seguro. Sabemos que somos mamíferos, animales de grupo, de manada. Que necesitamos el contacto con el otro para sentirnos colmados y descubrir quiénes somos en realidad. Para conocernos, aceptarnos, aprender y crecer. Hay diferentes caminos en el logro de este objetivo, pero el hacerlo “en compañía de un otro” es apasionante.


AFRONTANDO EL ESTRÉS EXCESIVO


Hay momentos en los que, por múltiples razones, nos desbordamos. Eso que llamamos estrés, ansiedad o, simplemente, nervios.
Estrés, significa alerta o activación ante alguna situación que nos toca afrontar. Si lo que nos toca afrontar es “grande”, lógicamente, nuestra activación también habrá de ser “grande”. Recordemos también que a nuestro cerebro le da lo mismo que el estímulo sea real, virtual o imaginado. ¡Se activa igual! Por eso nos angustiamos del mismo modo ante un perro rabioso ladrándonos que ante una cita programada con el jefe. Ante un hecho del presente actual lo mismo que ante algo imaginado, recordado o simplemente viendo una película. Para entenderlo, se asemeja al lenguaje de algunas máquinas: o encendido o apagado. El objetivo del cerebro es la seguridad, no tiene matices.
El estrés puntual es adecuado y nos ayuda a enfrentar las diversas situaciones de la vida. El estrés que nos daña es el que se mantiene continuado, crónicamente activo. Tiene diferentes causas. En algunos eventos, necesitaremos ayuda profesional para regularnos. Sin embargo, en todos los casos, podemos actuar y usar nuestros propios recursos para ayudar a nuestro sabio organismo, a nuestro sistema nervioso, a encontrar otra vez su equilibrio y coherencia. La inteligencia corporal sabe lo que tiene que hacer. Desde nuestra voluntad consciente nuestra tarea es darle oportunidad para que actúe.
Imagen respira

¿Cómo?

Lo primero es esto: ¡Confianza! ¡Mi organismo sabe qué hacer y “yo” tengo que darle oportunidad de ello! Y entonces parar, frenar, enlentecer, ralentizar, el ritmo corporal y el mental para que pueda actuar.
Los dos grandes recursos que tenemos para regularnos son el CONTACTO CON otros seres humanos, su voz, su presencia, su mirada, su tacto y el CONTACTO CON el propio cuerpo. Disponemos de una Sabiduría organísmica, de una Inteligencia Corporal que sabe perfectamente lo que tiene que hacer, si le damos oportunidad para ello.

Puedo empezar por fijarme en mi RESPIRACIÓN y esforzarme en ampliar la expiración. Ejemplo: Inspiro contando hasta cuatro y expiro contando hasta seis o siete. Si quiero potenciar aún más la relajación, al expirar lo haré sacando el sonido VUUU. Esta regulación de la respiración, producirá una regulación del ritmo cardiaco y nos predispondrá a seguir en nuestro proceso de normalización del sistema nervioso. Repito, el Sistema Nervioso Autónomo, como su nombre indica, se regula solo, pero nosotros podemos interferir o facilitar su transcurso.

Desde la CONFIANZA le doy tiempo a mi cuerpo para que se regule: aquí puedes ver algunas posturas que te ayudarán a tomar contacto con tu propio cuerpo y aumentar tu sentido de contención frente al miedo al desbordamiento. El mensaje interno sería algo como “Puedo contar conmigo, existo, tengo recursos para calmarme y ser capaz de atender los diferentes aspectos de mi vida”.
Ejercicio relajantes 5 pasos
CONCLUSIÓN.
Enfatizo el atender a la regularización del sistema nervioso porque cuando estamos regulados somos capaces, tenemos acceso a todos nuestros recursos y sabemos muy bien lo que hacer. Cuando estamos demasiado activados en modo de sistema nervioso simpático, perdemos conexión con nuestros lóbulos frontales, con nuestra capacidad de razonar para atender en su dimensión lo que se nos presenta. Ejemplo: tengo que entrar en un banco a gestionar un error cometido. Si estoy demasiado activado, en modo peligro, mi capacidad de expresar y razonar con el empleado se verá notablemente mermado. Sin embargo, tengo capacidad de sobra, pero no puedo acceder a ella si no me calmo. Es por eso que el objetivo primero es calmarme, regularme, para poder estar en posesión de todos mis recursos.

Respira corazón

LA RESPIRACIÓN. Ya la hemos nombrado. La vuelvo a citar porque es muy potente. Recordemos, ampliando la expiración regulamos el ritmo cardiaco y el sistema en general. Otros modos de lograrlo son hablando despacio o cantando. (Cuán sabio aquel refrán de ¡Quien canta sus males espanta!)

NO OLVIDES:

-REFORZAR LA CONFIANZA EN TU CAPACIDAD DE AFRONTAR LO QUE LA VIDA TE PONE DELANTE,
-POTENCIAR LA REGULACIÓN DE TU SISTEMA NERVIOSO
-Y REFORZAR LAS BUENAS RELACIONES CON OTRAS PERSONAS Y CON ANIMALES. YA QUE EL CONTACTO CON OTROS (¡SOMOS MAMÍFEROS!) NOS CALMA FISIOLÓGICAMENTE Y NOS HACE BIEN.

Acaricia perro


LA ENERGÍA ROJA


La energía roja es la energía de la vida. La fuerza que conlleva el existir. La alegría de ser yo, de estar vivo. Mi vitalidad y mi sexualidad es energía roja.
Desde esa sana energía roja me afirmo y autoafirmo. Soy consciente de mi fuerza, de mi potencia, de mi poder. Y no la uso para dañar a otros, ¡no me hace falta! Mi satisfacción, mi plenitud es mía, es intrínseca a mí. No se sostiene quitándosela a otros ¡no me hace falta! Soy yo quien la genero, o quizá, la tomo de la fuerza de la tierra y del aire, no lo sé.

Energía roja 1

Desde ese gusto de ser yo, desde ese genuino y saludable amor por mí mismo, sé cuidarme. No daño, no lo necesito, pero no permito que otros me dañen. Muestro mi fuerza, no quiero usarla, y digo ¡no! Tendrá que insistir el otro para que yo vaya graduando ese no y, al fin, se entere. Y continuaré, sereno, siguiendo el curso de mi ciclo vital.

LA ENERGÍA ROJA EN EL MUNDO ANIMAL.

Energía Roja Animal

Si miramos el mundo animal, especialmente el de los mamíferos, podemos ver ejemplos de esa sana energía roja. Si queremos ponerle el nombre de una emoción sería la ira.
La ira es como denominamos a ese conjunto de sensaciones que me domina cuando otro quiere quitarme lo que yo considero mío. Mi territorio de caza, mi pareja, mis cachorros…Esencialmente, lo que necesito para atender mi vida, para alimentarme y reproducirme.
La ira es una de las emociones básicas. Es un recurso para la vida y venimos equipados con ella.
En los mamíferos, dentro de los que viven en grupo más tiempo, las madres se encargan de educar esta emoción en sus cachorros. Dejarán que la ejerciten a través del juego para conocerla y regularla. Para descubrir su lugar en la escala jerárquica de grupo. O, en ciertos momentos, la cortarán de un modo tan enérgico que el cachorro no tendrá duda alguna y la reprimirá, pero lo hará en momentos concretos. A ninguna madre animal se le ocurriría reprimir tanto a su cachorro como para privarle de la expresión de ese recurso esencial para su existencia. ¡Y menos aún, acusarlo de violento!

LA ENERGÍA ROJA EN EL MUNDO HUMANO.
Podemos estar de acuerdo en algunos puntos básicos.
El mundo humano es inmensamente rico y variado. Gracias al neurólogo Antonio Damasio y otros prestigiosos colegas, sabemos que los seres humanos compartimos con los mamíferos el mismo repertorio de emociones básicas o primarias. Si bien el potente desarrollo de nuestros lóbulos frontales cerebrales junto con la influencia de las diferentes culturas, matiza enormemente estas emociones.

Energía roja 3

Si observamos la cultura, la sociedad, que tenemos más cerca, podemos darnos cuenta de que, en general, nos falta un modelo adecuado para educar la emoción de la ira. En algunas familias, se jalea, sobre todo si es un niño. En otras, se reprime ferozmente. Y en otras se deja un poco al azar. Vemos, por ejemplo, que tenemos normas correctas para comer, para evacuar los alimentos, para saludos y despedidas …pero la gestión de las emociones aún necesita de un modelo educativo actualizado. El modelo heredado de generaciones anteriores es la mera represión: no está bien, no es educado, no es propio de nuestra clase social alta (¡o aspirante a ella!), expresar vehementemente la alegría, ni el miedo, ni el asco, ni el amor, ni la ira. ¡No seas ordinario!

DISCAPACIDADES RESPECTO A LA ENERGÍA ROJA.
La gran mayoría se originan en la infancia. Y nos afectan hasta que logremos darnos cuenta de dónde y como se originaron. Y, a partir de ahí, llevar a cabo nosotros mismos un proceso de comprensión y reeducación.

Lo que es inconsciente, nos domina porque no estamos ni enterados de ello. Hacernos conscientes nos posibilita el cambio, pero no lo produce automáticamente porque hay una serie de creencias y conductas muy grabadas en nuestro cerebro que tienden a repetirse. Para que se dé el cambio, tengo que asumir un programa de entrenamiento, siendo paciente y amoroso conmigo mismo, aceptando los fallos y manteniéndome perseverante en el logro de mis objetivos.

ALGUNOS EJEMPLOS:
Una niña o un niño crece en una familia donde uno de los progenitores es violento. Hablamos de violencia cuando hay abuso, daño, injustificado, hacia los otros de tipo físico, emocional o mental. De un cirujano no decimos que es violento, pero sí de un adulto que se burla de un niño por lo que hace, o peor, por lo que es. Desgraciadamente, los ejemplos son abundantísimos.
Si este menor no tiene un adulto que lo oriente, que le regale una visión más objetiva, llegará a sus propias conclusiones, una de ellas es: jamás seré como él/ella, confundiendo la violencia con la sana autoafirmación de la energía roja. Negará este recurso en sí mismo.
Si, para escapar de la violencia, se calló, se hizo invisible, puede seguir siéndolo en la actualidad. Siempre en el fondo y con miedo de mostrar su yo autoafirmado.
El abandono emocional, mental, también es una forma de violencia. Si esa personita llegó a la conclusión de que yo, lo mío, no es importante, tendrá dificultades de ocupar su lugar y cuidarse y autoapoyarse en los diferentes grupos, incluido el laboral.
La otra cara del abandono es la sobreprotección, el menor sobreprotegido, como adulto, tendrá problemas de seguridad en sí mismo o se cerrará tanto para no ser invadido que sus relaciones se resentirán.
Si me han dicho que soy torpe y digo tonterías, qué difícil manifestar mis opiniones, gustos o sentimientos.
Si explícita o implícitamente, me han agredido o negado tanto, qué difícil tener un buen concepto de mí y relacionarme, desde el gusto de ser yo con otros.

Energía roja 4

Para el Inconsciente, no existe el tiempo. Todo es un continuo presente. Y todo es posible, tal como sucede en el mundo de los sueños. Esto nos da ventaja para trabajar.
Como dije más arriba, el niño, la niña que fuimos, necesitó de un adulto que le explicara los hechos. Que le clarificara la situación. Que situara la responsabilidad allí donde corresponde y sobre todo que le devolviera la mirada apreciativa y confortadora necesaria para recuperar el gusto de existir, el gusto de ser yo. Y con ello la energía roja, de la vida de la pasión, del placer de estar vivo.
Hoy cada uno de nosotros puede convertirse en tutor de ese niño y apoyarlo y acompañarlo en el descubrimiento de sí mismo y de sus potencialidades.
Podemos hacerlo, pueden hacerlo, y comprobarán que para el cerebro es totalmente posible y real y efectivo. Únicamente al principio o los muy dañados necesitarán, durante un tiempo, un refuerzo en forma de terapeuta.


LA HISTORIA CONTINÚA


LOS HIJOS CRECEN Y SE INDEPENDIZAN.
LOS PADRES SE HACEN MAYORES.

Una pareja se encuentra, se enamora y crea una familia. Se esfuerza y un día estos hijos se hacen adultos y viven su propia historia, su propia vida. El proceso de la vida transcurre en armonía.
Padre e hijo

En algunas familias este proceso se da y fluye satisfactoriamente porque las creencias de los padres se parecen a lo que expresa en sus versos Kahlil Gibran:

“Tus hijos no son tus hijos
Son hijos de la Vida
Deseosa de sí misma.
No vienen de ti sino a través de ti
Y aunque están contigo
No te pertenecen”.

Este tipo de padres “sueltan” a sus hijos y permiten que lleven a cabo su propia vida. Y se alegran de ello.
Sin embrago, en otros casos, los padres dificultan este proceso y hacen muy difícil que los hijos se den el derecho de vivir su vida a su propio estilo, libremente.
Muchos de estos hijos vienen a terapia por el sufrimiento que les produce esta situación. O más bien tendría que generalizar usando el género femenino ya que en el imaginario tradicional las hijas deben de cuidar de sus padres y acompañarlos y atenderlos incluso por encima de sus propios intereses, deseos u objetivos. Y si no tienen la coartada de tener hijos y/o marido ¡Ay de ellas!
Como afirmaba antes, muchos de estos hijos acuden a terapia. Mi planteamiento es el siguiente: Cuando eras niña o niño, te tocaba hacer lo que decía mamá y/o papá. Si has tenido unos padres que te transmitieron la Vida y además se encargaron de cuidarte, del modo que fuera, sólo te queda decir ¡GRACIAS!
Familia

Este es el primer paso: Gracias. El segundo paso es colocarte en lo que eres, persona adulta. Como tal, ya no toca realizar ciegamente lo que dicen papá /mamá sino reflexionar y tomar tus propias decisiones.
Preguntarte: yo, como adulto que soy, qué conducta es la que considero adecuada, apropiada, en la relación con mis padres. Para, a continuación, pasar a la acción y ACTUAR EN FUNCIÓN DE TUS PROPIAS CREENCIAS Y REFLEXIONES. Se trata de asumir tu adultez y obrar en consecuencia.

Si tus padres lo aceptan, qué bueno. Y si no es así, decirles: Me duele que no lo veas como yo, que te enfades y que me digas eso. Ya soy adulto y me toca tomar las decisiones en base a mi propio criterio. Y voy a hacerlo así por respeto a mí mismo, por respeto a mí misma.
No es fácil adoptar esta posición. Las presiones pueden ser muy grandes, vienen de muy atrás y suelen tener que ver con la idea y las creencias de que los hijos son de los padres y han de estar a su servicio. Pero ¿Cuál es la alternativa?

Si dejo de validar mi ser adulto. Me pongo en modo menor de edad y hago lo que mamá/ papá quieren, la culpa desaparece porque me convierto en un niño/niña bueno. Sin embargo, al hacer esto puedo llegar hasta a enfermar porque otra parte de mí se siente violentada y llena de rabia.
La Vida va hacia delante y no corresponde que los más jóvenes renuncien a sus propios proyectos e intereses para atender a los de los anteriores.
No se trata de descuidar y mucho menos de abandonar a los padres. Se trata de cuidarlos y relacionarse con ellos siguiendo el criterio que la hija o el hijo consideren justo y apropiado.
Mayores

Otra vez entran en la ecuación los valores y las creencias de cada persona. A los posteriores, en algún momento, les va a tocar decidir el modo en que actúan en la relación con los anteriores y son ellos los que tienen que asumir esa decisión. Si todas las partes están en consonancia, qué satisfactorio para todas, pero si no es así, a quién le corresponde actuar le corresponde tomar la decisión última sobre el modo de hacerlo.

Los sentimientos y emociones no entrarían aquí, en esta reflexión, porque son los que son. Y uno de los derechos importantes es el derecho a sentir lo que siento. Sin enjuiciarlo, “bueno”, “malo”. Lo que siento es lo que siento y sólo me incumbe aceptarlo y respetarlo.
Los juicios, bien, mal, corresponden a los actos. Quiero decir que los sentimientos hacia mis padres son los que son y se han ido gestando a través de los años en los que nos hemos relacionado, o no, y en el modo en que lo hemos hecho.

No puedo cambiar mis emociones, sentimientos. Son las que son. No puedo cambiarlas y por tanto no las enjuicio. ¿Soy mala hija porque no quiero a mi madre? No, sencillamente es así. No la quiero. Y puedo ser una estupenda hija si, en mi relación con ella, mis acciones corresponden a lo que yo valoro y considero que pertenecen a ser una buena hija. Y, así, puedo serenarme y vivir en paz conmigo misma.